domingo, 23 de enero de 2011

El qué

Lo llevaron contra su voluntad, lo despojaron de todo sentimiento de añoranza y le dijeron que hiciera cualquier cosa.
Fue abandonado en un recinto lleno de barras de metal, las cuales se encontraban cruzadas entre sí.
Los sonidos eran como susurros, silenciosos y casi imperceptibles, llenos de un hechizo azul y maldito, centellante. Oía sangre, sabía a sangre, a óxido, a claustro, a indeterminación, a encierro, a uñas en la pizarra, a asfixia, a condicionamiento.

Y si los músculos no te responden, las palabras se pierden en el tubo seco de la garganta, la persistencia no es más que terquedad y nada te pertenece, ¿sigues siento tú?

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